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1798 103 J. M. J. Andújar 28 .de Octubre del 98. Amadísimo hermano de mi alma; Con gran consuelo mío recib.o la tuya del 23 del que acaba. Dios te pague el que me das con las noticias de esa bendita alma, y como soy tan ·carnal, me es muy sensible que por mi causa se' grave de tantas penit~ncias. Un día de estos aplicaré la santa misa por ella, para que su Majestad la confirme en su gracia y la baga toda suya. Tus animosas exhortaciones y resoluciones me animan y me esfuerzan mucho; aunque como todo es sequedad y yo un bronce, no me aproveche enteramente de eHas, según que lo necesito y lo apetezco. En Córdoba me detuve un día; de allí me hicieron irá M'ontoro, donde la noche en que llegué y la mañana siguiente prediqué dos veces al pueblo en la plaza . Esta Misión la empecé el 26, y deberé concluirla el 4 de Noviembre, Dios mediante 2 • El Sr. Obispo aún n? ha llegado; pero se espera muy en breve. Cuando veas á mi favorecedor D. Manuel Montoya, déle por mí.las gra– cias, por el favor de.los papeles de Zaá1goza, y prevénle que ya se ha ;vi– sado a.llá los envíen, por medio del Sr. Contador oficial mayor de aquel correo, al Sr. Administradqr de aquí D. Juan Sfochez Sandino; y que éste lo remitirá á Ecija, para que nuestro 'amigo Montoya .los mande á Ronda, previniendo á aquel Sr. Administrador que los envíe á la casa donde yo asisto, aun~ue no haya yo llegado.· Mucho siento la continuación de tú padecer. Su Majestad te alivie como lo deseo. Yo sigo bueno, á Dios gracias, aunque algo cansadq, por– que soy de aquellos burros flojos que se echan en tierra con la carga P?r más ligera que sea. I En Montoro predicó el 21 por la noche y el 24 por la mañana; este último s'ermón, con el tema'Pren'itentiam agite, del cap. lV.de San Mateo. , 2 E.so se propuso, pero terminó el día 8, habiendo predicado nada menos que 26 sermones, cuyos croquis están en los Cuadernos 18 y 19 de Ideas de Misión. Casi todos los días predicó dos veces, extendiéndose su celo al clero, las Comunidades de clausura y hasta el Municipio. Los esqueletos están bien formad'os, y pasma realmente la erud-ición que revela el celebérrimo ca– puchino y la fortaleza de su gigante espírHu, que soportaba sin vacilar tan ruda labor. No es cxtrnño, P.ues, que Dios lo favoreciera y diera ámanos· llenas, y hasta lo acariciara y abrazara blanda y cariñosamente, como se verá en la carta siguiente, intcresantísi~a por demás.

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