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95 víame si puede ser esa carta, y en leyéndola (e la devolveré. No es posible que la pobre escriba tanto eomo ,le ocurre sin milagro. Adiós, hermano de ·mi alma, á quien ruego te me guarde muchos años en su santo amor y gracia, como lo desea tu afectísimo hermano y siervo en Nuestro Señor Je– sucristo, Fr. Diego José de Cddi,¡_. ) J. M. J. Ronda 26 de Junio del 98. Amadísimo hermano de mi alma. Recibo la tuya con la adjunta, que te devuelvo. Cada vez me admiran más las cosas grandísimas de esta bendita Hermana, y aunque es verdad que cuando dice algo de mí casi no puedo reducirme á creerlo, y aun empiezo á titubear sobre lo demás, son, no obs– tante, tales los sucesos de su vida, que convencen. Te obedezco en no con– fesarme de lo que le digo en sus asuntos, mas no se aquietan mis fundadísi– mos temores de que cuanto le digo es un continuo desacierto, verbigracia, en el asunto de que no le hablen, que escribí al padre cura, su hermano, y aún dice que unos se van rabiando y otros llorando porque no .lo consi– guen. Yo me tranquilizaría si tu resolución, fuese la que fuese, cayese so– bre la mía sin atención á ella, porque en ti residen las facultades que nunca puedo yo tener. Ya sabrás el caso.de haber tomado sobre sí el Purgatorio de un alma y sus resultas en el fuego que la ha tostado, participando aún de este fúego la plantilla de la media, y aunque estoy segurísimo de la luz que Dios Nuestro Señ9r te dará para su dirección, mi temeridad por lo que la amo me ,hace proponerte que consultes con Su Majestad si convendrá conte· nerla en estos fervores, reduciéndolos á que pida y á que aplique lo que hace y los ejercicios de amor con los méritos de Nuestro Señor Jesucristo, de lo que tenemos ejemplares en las Vidas de los Santos. No quisiera se nos acabase la vida de un alma que tanto puede con Dios, y esto me hace pensar así. Tan bajos son mis pensamientos. .Adiós, hermano de mi alma. Manda lo que quieras, y encomendémonos á Nuestro Señor, á quien ruego me guarde tu vida muchos ¡¡ños en su santo amor y gracia, como lo desea tu afectísimo hermano y siervo en Nue.stro Señor Jesucristo, Fr. Diego José de Cádi{,

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