BCCCAP00000000000000000000613

- 75 - Las doctrinas de la producción del valor deben aquí entenderse de un valor eterno. Como en el orden natural, debemos distinguir aquí la cantidad y la fuerza, de la calidad, que de– pende de la condición del trabajador. Un hombre diligente, un madrugador, hace cosas muy diferentes de las de un libertino... aun– que ambos trabajen. Gloriémonos de ver en nuestro derredor abejas solícitas e incansables que labran un rico panal; lejos de estorbar su acción imitemos su conducta. Abstengámonos de formular esa crítica mordaz sobre el trabajo ajeno, que da en rostro y deja co– rrido al perezoso. Pensemos ·10 que cuesta trabajar en ciertas condiciones, y si no merece nuestra be– nevolencia el trabajo, haced mérito de l::t fuerza de voluntad del trabajador. El gusto juzga, pero el genio crea; tal vez so– mos incapaces de realizar lo que despreciamos en los demás. /1"\étodos racionales Trabajad rara vez más de dos horas seguidas sin tomar un reposo. La moderación es sabiduría. Sobre todo moderad los trabajos de la inteli– gencia. El célebre Pascal, que a los 16 años escribió el famoso tratado de las secciones cónicas, tuvo desde

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz