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- 55 - nos dan sino una esencia de las flores del pra1o y del jardín; pero no la flor viva·en su propio tallo. La ciencia es la sombra de las cosas; no delinca más que sus contornos, no puede darnos su color ni tampoco su substancia. Los hombres; estudiados en el campo de batalla de la existehcia, son lecciones vivas qlle valen por cien libros. Si una lección oral vale más que muchas pági– nas leídas de un libro, es porque la primera es más viva, se acerca más al hombre en acción. Lo que se sabe por teoría vale una peseta; lo que se aprende por experiencia ajena vale un duro; lo que se sabe por experiencia propia vale una onza.· La inteligencia es un valor humano muy gran– de, tal vez sea el primer valor humano. Nacemos con cierta fuerza de pensamiento, pero con la edu– cación podemos aumentarla en intensidad y hacerla sobre todo más ágil y más apta para toda clase de trabajos. oJ (1) No es posible determinar el poder real de una mentalidad mien– tras no esté funcionando en coudicior.es debidas. La educación no causa ni da las facultades... pero las adiestra y dispone para sus más altas funciones. El ,,valor mental» se echa de ver en el desarrollo alcanzado· en estos treinta años últimos. Los Hornos eléctricos aparecieron el 89. Las turbinas de vapor el 94. Automoviles con motor de gasolina el 90. El cine el 93. Telegrafía sin hilos el 900. Ahora los aeroplanos, ·tanques, etc... Parece que en su avance potencial sigue a la luz que recorre sus 200,000 kil. por segundo. El poder mental se declara en Roberto Koch en sus estudios sobre la tuberculosis; en Enrique Sienkiewict en asuntos literarios; en Felipe Leonard eñ materias de Física, discípulo y preparador de Herz y presursor de ~centgen; en Adolfo Von Baeyer en la esfera de la Química, descubridor del «Wihofenol indo!, ofindol, etc.» Todos honrados con el premio Nobel.

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