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- 50 - ten de tí, Él no te abandonará. Sea Jesús entre to– dos tus amigos tu especial amado.» Según dijo el poeta: «Dum fueris felix mullos numerabis amicos; tempora si juerint nubila solas eris. Tendrás muchos amigos en tiempo de prospe– ridad; pocos o ninguno en tiempo de adversidad.» Sólo Jesús, fiel amigo, está contigo en todo mo– mento. No te fíes mucho de la amistad de los poco vir– tuosos; O) en ocasión menos pensada te verás solo, porque ellos seguirán sus egoísmos. El amigo que vende a su amigo por con ven irle es un Judas ingerto en cristiano o religioso. La verdadera amistad pruébase en la desgracia. Quien te diere lecciones de egoísmo te volverá la espalda en el infurtunio. No seas de vano corazón buscando la vana amistad, porque te sacrificará a la vanidad. Quien busca amigos sólo para divertirse, halla– rá enemigos encubiertos para su perdición. El íntimo deseo de salir airosos de una borras– ca o defenderse en una persecución crea amista- (!) De estos debió decir Santa Teresa que las amistades, pocas veces van ordenadas a ayudarse a amar más a Dios. (Camin. de Perfec. cap. 4.) Lastimosamente, también ocurren en las casas religiosas ciertas infil– traciones de política mundana, de vanas aspiraciones que malean las amistades, provocando divisiones o banderías ajenas a nuestra profesión. La caridad que nos une no es ni puede ser conjunción disyuntiva sino copulativa. A esa infiltración que se verifica a través de grandes virtudes, obede– cen ciertas anormalidades en la esfera misma del derecho y de la justicia. A do unos se afaman otra se infaman y a do unos ríen otros lloran, que diría Antonio de Guevara .

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