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- 46 - ble sobre el amor de las mujeres», pues como una madre ama a su hijo único, así lo amaba. En David y Jonatás, el hijo del Rey y el hijo del pastor lloraron abrazados, al sellar con juramento su amistad. De la misma suerte se amaron y se unieron en estrecha amistad los grandes obispos orientales San Basilio y San Gregorio Nacianceno. En Roma es tradicional el recuerdo de la que se profesaron dos santos muy desemejantes como San Felipe Neri y el humilde lego capuchino San Félix de Cantalicio. Hasta el observantísimo San Juan Berchmans, tan enemigo de falsas amistades particulares, con– trajo una santa y noble con el joven húngaro Ni– colás Rastkay, religioso también de la Compañía de Jesús. En las cartas entre San Francisco de Sales y Santa Juana Francisca de Chanta! se revela la más ardiente caridad y la amistad más tierna y no– ble. < 1 > Santa Teresa de Jesús era grande enemiga de las peligrosas amistades, y, sin embargo, mantuvo una verdadera de amor y confianza con San Pedro de Alcántara. Un día que comían juntos ambos Santos se les (I) El P. Gratry dice que cuando murió la M. Chanta!, San Vicente de Paul pudo observar cómo San Francisco de Sales a modo de globo de fuego salía al encuentro de ella y que la Madre, así mismo en forma de globo igneo, unióse al Santo obispo, y ambos emprendieron el vuelo a las alturas.
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