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- 44 - Lo peor es que nadie se cree envidioso. Tan grande y feo es ese vicio que por instinto lo negamos en nosotros ... La envidia procede siempre de impotencia, de debilidad. La envidia empieza donde termina la caridad o por lo menos donde la caridad está en crisis ... Pero el dolor sigue de cerca los pasos de la en– vidia. También es verdad que a veces los que más hablan de envidia ajena, son los que están más lle– nos de ella ... Tal vez, hablan y juzgan mirándose por dentro. Proyectan su interior. (!) (1) En el cap. XII de la carta de San Pablo a los Romanos, tenemos un documento admirable para curarnos de este mal: ,Pues por la gracia que me ha sido dada digo a todos los que estún entre vosotros: Que no sepan mús de lo que conviene saber, sino que sepan con templanza y cada uno como Dios le repartió la medida de la fe: «et trnicuique sicut Oeus divisit mensuram fidei.» Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, mas todos los miembros no tienen una misma operación. Asi muchos somos un solo cuerpo en Cristo y cada uno miembro el uno del otro. Mas tenemos dones diferentes, según la gracia que nos ha sido dada: ya sea profecía, según la proporción de la fe. O ministerio en administra– ción, o la ensefianza de la doctrina. El que amonesta en exhortar, o el que reparte en sencillez, o el que preside en solicitud, o el que hace misericor– dia en alegria, ... Amándoos reciprocamente con amor fraternal; adelan– t,\ndoos para honraros los unos a los otros... honore invicem praeve– nientes... eic...
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