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- 41 Tiene el envidioso la habil1dad execrable de convertirse en traductor original d: viJa, y o br::t 5 ajenas. < 1 ) Vive constantemente ocupado en morder al prójimo que sombrea sobre él, pero nunca se con– vence de ello: .. Su ocupación es como la del anirml empeñado en morder un diamante. No injuria quien quiere, sino quien puede. Peor es, en cierto modo, que los diablos, dice San Juan Crisóstomo del envidioso, porque los dia– blos atentan contra los hombres, pero entre sí no se muerden ni se execran. «Tábano demonio» la llama el Niceno, porque al que la lleva encima le acosa, le punza, le desan– gra, le acongoja, lé mata. No discurre. Vive sometido a un quimérico razonar de pesadilla. Su corazón es el horno de Babilonia. mandado atizar siete veces sobre lo acostumbrado. Ríos de veneno inmundo vierten sus labios ... tiene dientes corrosivos que se ceban en el mérito ajeno. El bien ajeno su furor provoca y en las sordas tristezas de su ira envenena el ambiente 'que respira y es su lengua un puñal y es hiel su boca. Huye de la envidia como de un escorpión, corno de un demoino, como de un infierno. · (1) Viene aquí, como anillo al dedo, la máxima: «Cum male legeris incipit esse tuum., Si me lees o interpretas mal, ya no se trata de lo mío, sino de lo tuyo. Tu sólo eres el editor responsable.
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