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- 509- 8.ª Cuando una persona de quien estarnos1: agraviados llegue a nosotros para darnos satisfac– ción, depongamos el ceño de juez y mostré:nonos afables, delicados, generosos y, si el asunto no es de trascendencia, saquémosla del apuro de entrar en explicaciones, diciendo que nos basta la sola intención, y la excitaremos a cambiar de con ver– sación. Si no nos conviene la amistad de dicha persona o de otra, no por eso la rechacemos bruscamente; apelemos a las frías fórmulas de etiqueta, sin dejar nunca de ser afables, lo cual se tendrá en cuenta también cuando hayamos de retroceder en el cultivo de una amistad perjudicial o no conveniente. 9.ª Será preciso a veces mezclarse en círculos donde no se conocen mucho las reglas de etiqueta. No ha gamos alardes de conocerlas nosotros, sino que nos contentaremos con guardar las que sean imprescindibles para proceder con dignidad. De otro modo haríamos ver que íbamos a ostentar la superioridad de nuestra educación y ofenderíamos la vanidad y el amor propio de los concurrentes. 10. Nada hay en- la sociedad más delicado que el uso de las chanzas. A veces sazonan la conver– sación y amenizan el trato; pero para usarlas se requiere discreción y tacto, y como no todos los chancistas la tienen, será mejor omitirlas. Aun dado el don de la discreción y delicadeza para usarlas, no deben emplearse con todas las personas ni en todas las ocasiones.
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