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- 496 - Capítulo VIII. Etiqueta en los banquetes Conviene que el religioso, como persona de significación social, esté al tanto de algunas reglas de etiqueta en los banquetes; pero adviértase que sólo ponemos lo que nos pueda ser útil, o lo rela– tivo a nosotros. Notemos, empero, que las reglas que se refieren a aquellos actos que son puramente de etiqueta y que no emanan directamente de las leyes inmuta– bles de la probidad y del decoro, están siempre sujetas a las alteraciones que provienen de los ca– prichos de la moda y subordinadas a los usos y estilos de cada país. a) Cuando, llegada la hora, los convidados van entrando en el comedor, se aguarda en pie a que llegue la señora de casa, y entretanto cada uno busca en la mesa la propia tarjeta... Llegada la señora de la casa, toma ella su asiento y todos los demás hacen lo propio inme– diatamente. < 1 > Claro está que el religioso no ha de conducir a ninguna señora de pareja; pero si ocurre tener (1) Antiguamente eran las cabeceras de la mesa sitio de preferencia; al presente son los cen!ros en los cuales se colocan los dueños de la casa. Omitimos detalles que no hacen a nuestro caso; verbigracia, lo que co– rresponde· a viudos o viudas en la colocación de la mesa, etc.
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