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_·493 - . 10. Cúidese de ponderar los convites que nos diero'n en otra parte, pues la comparáción puede ofender al dueño de la casa en que estamos co– miendo. 11. Al rehusar Un plato particular no digáis que no os sentará bien, no h:igáis la m::nor alusión a la dispepsiá, etc. Deben comprender los comensales que quien asiste a la mesa no debe estar como simple testigo, pues el amo nos convida para re 6 alar nuestro apetito. Sin embargo, evitemos glotonerías, que en nin– guno estarían peor que en una persona religiosa. · No se escandalice el buen religioso de ciertos desahogos que se tienen a esa hora, que cie_rta– mente no es hora de coro ni de oración, aúnque bueno es recordemos todos que siempre hemos de guardar el decoro debido al hábito y al estado religioso. Catón, censor implacable de todos por su aus– teridad de costumbres asistía con la risa en los labios a los convites joviales, y al calor de la ale– gíÍa juvenil, en provecta edad recibía inyecciones de animación y vida. Establezcamos algunas reglas; comunes para ·no aparecer groseros durante la comida: a) No rompas el pan con los dientes. sino con la mano, sin des– menuzarlo demasiado. b) No soples el manjar. e) No toques manjar ninguno sino con el cuchillo o con el tenedor_. d) No huelas el bocado ensartado

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