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- 34 - La vida es más grata, más tranquila, más se– gura, más feliz. Por eso prometió Jesús el ciento por uno aquí abajo; por eso exlama el profeta de los salmos: « ¡Cuán bueno y agradable es morar juntos ·1os her– manos! ... En el dintel del antiguo convento de Capuchi– nos de Vich se lee: Congregavit nos in umun Clzristi amor. Quien busca la felicidad búsquela por la ani10- nía y caridad. El cielo está en orden concertado por jerarquías y coros; así debe ser una casa religiosa. Debe cada cual ocupar su puesto, pero no usurpar el ajeno. ( 1) No es posible armonía y paz donde no se guarda la debida distribución de partes. La igualdad fraterna nace del respeto mutuo y de la obediencia a la autoridad divina. Los cielos pregonan la hermosura y poder de fJí'os. La tierra pregona su belleza adorable. El sol regula sus cursos, mantiene las órbitas y produce la vida. El corazón puesto en el centro del cuerpo hu– mano es el órgano de vida y de movimiento con– certado. La caridad debe hacer de corazón, pero dando a cada miembro su importancia relativa. (1) Los hombres son como las palabras, si no se colocan en su lugar pierden su valor.

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