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- 483 - No tratamos nosotros de cartas o correspon– dencia erudita, sino de la correspondencia ordina– ria conocida con el nombre de carteo... Siendo nuestro ministerio público y en bien de todos, nos será preciso hacer por cartas cosas que de otro modo no nos sería fácil realizar. Una carta es < una visita a un ausente, o < una conversación escrita.> Hay cartas necesarias, por ejemplo: un asunto de familia que hay que tramitar. Utiles, v. gr.: las que pueden tener un resultado ventajoso, pero que, sin faltar a ningún deber im– prescindible, pueden omitirse, v. gr.:· las cartas de familia ordinarias y las que dirigimos a un amigo. Inútiles son las que pueden llamarse-frívolas, festivas en que no hay otra cosa que el capricho y vano pensamiento < 1 >. Peligrosas las que se escriben a jóvenes sin sa– berlo sus padres, sin objeto útil y frecuentemente... ¡Oh cuánta ligereza e imprudencia suele haber en muchas jóvenes! ¡Qué placer experimentan en en- (1) Alguién ha preguntado si deberán ponerse en la clase de inútiles las que tienen por objeto mantener correspondencia con almas piadosas en funciones de director. Mr. Dubois, contesta: <Decimos, desde luego, que una correspondencia de esta indole puede ser útil, y en efecto Jo es alguna vez; pero no podem9s menos de añadir, que muy comunmente, es inútil· y aun a veces, más que inútil., (Práct. de celo ecl. pág. 371.) En un caso señalado, decía el P. Guillore a una que le pedía dirección: ,Escuchad, hija mía: ¿sabeis Jo que queréis? Yo os lo diré: Queréis dírigi– giros a vos misma por medio de un director. Juzgais necesario un director para persuadiros de que os dirige; pero considerais todavia más necesaria vuestra dirección propia y personal., - 32
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