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- 468 - dencia el dueño de la casa, le excitaremos a que la lea, y si no la leyere retirémenos a poco. Lo propio haremos si, después de leída la carta, no expresare el dueño que no contenía nada de im– portancia.. Si hay en la sala varias personas, la excitación dicha corresponde hacerla al superior y más cali– ficado de entre ellos. Debe retirarse de la visita cuando llegue a ha– cerla otra persona de mayor dignidad, aprovechan– do el momento de habernos puesto en pie, junto con el dueño de la casa, al entrar el personaje. Si al despedirnos de nuestra visita se nos exci– ta a que prolonguemos nuestra estancia, agradez- . camos tan obsequiosa excitación quedándonos un rato más; pero no cederemos otra vez si, ha– biendo dado a nuestra visita una duración pruden– cial, se nos quiere hacer fuerza. Capítulo IV. /V\odo de conducirnos en las visitas Educación En primer lugar, se necesita fino instinto social para conducirse ~egún demandan las circunstancias. Las reglas de los tratadistas se s~bstituyen mu– chas veces por usos o costumbres anómalas, y es necesario ni extrañarnos ni dar que extrañar.

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