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- 453 - tana si estamos en casa o bajemos el cristal de la portezuela si vamos en carruaje. Si vamos a pie y no hay por qué detenerse, se deja la acera. Así, tomando una situación más baja damos señal de respeto, y bajando nosotros de la acera ahorramos a la persona saludada la incomo– didad de que ella baje; por otra parte, la acera sue– le estar menos expuesta a lluvias, etc. El uso general manda levantarnos cuando pasa una persona distinguida, y detenernos_ si ejerce autoridad para demostrar que estamos dispuestos a obedecer. Si dispués de haberla saludado es preciso acom– pañarla, se coloca un poquito detrás de ella para procurarle mayor posibilidad de ver y ser visto. A las damas siempre se les deja lugar preferen– te, y basta saludarlas con una pequeña inclinación de cabeza. El religioso generalmente no da la mano a las señoras, no es que lo reprobemos, pero tampoco debe alargarles la cuerda para que la besen, si ellas no se la piden con algún ademán, porque en mu– chas puede existir reparo en besar un cordón que anda en manos de toda clase de gentes. El inmoderado deseo de parecer cortés introdu– ce la afectación hasta en el modo de saludar. Siendo el saludo la expresión de un sentimiento agradable, deben proscribirse de él aquellos actos y aquellas voces que pueden amenguar la gracia. Las perwnas religiosas no deben usar en los

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