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- 449 - ajeno cuando eso podría traducirse en olvido o in– sensibilidad. La cortesía exige preguntar muchas veces y preocuparse por las noticias que atañen al bien del p1ójimo, dando pruebas de dolor en las adversida– des y de alegría en las prosperidades. El hombre siente aligerársele el peso de sus máles cuando se de~cubre a sus semejantes. A veces una delicadeza de carácter o de educación nos hace ver que importunamos con el relato de nuestras penas, y sufrimos los dolores en secreto. Cuando observemos que lo propio ocurre a 'un amigo nuestro, la cortesía religiosa nos ha de llevar a hacer una dulce violencia para que nos descubra sus ocultas heridas, a fin de derramar sobre ellas el bálsamo del consuelo. • En este caso, la curiosidad de los amigos y de los superiores, es un rocío celestial, es una delica– deza muy fina. En una palabra: la curiosidad es vituperable cuando amenaza publicar debilidades ajenas, y es laudable cuando tiende a dar relieve al mérito y a facilitar ayuda y consuelo al necesitado. «Cuanto sabes no dirás, cuanto ves no juzgarás, si quieres vivir en paz.» Una puerilidad Es puerilidad engreirse de la nobleza de su origen ... Sólo se vanaglorian de ello los que nunca supieron lo que era nobleza.
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