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- 443 - arman contra ella y le ponen la reacción de la resistencia. Es preciso distinguir la alegría sana y mode- ~ rada, de ,\a alegría óulliciosa, que depende de un motivo particular, de una extraña nnnera de ver las cosas, y, a veces, de pequeñez de espíritu. Los caracteres racionales y sensatos no pueden apro– barla muchas veces. La alegría moderada pasa fácilmente de uno a otro ánimo y es acogida con favor por todos. En la conversación Cuando muchos individuos hablan a un Üempo se cansan_ los pulmones de todos y hay necesidad dE:_ repetir muchas cosas, o muchas veces una mis– ma cosa; se comprenden mal las ideas y se gasta tiempo y trabajo en combatir cosas de poca monta. El hablar en conversaciones tiene por objeto agradar o instruir, pero no el de hacer gala de conocimientos raros. Téngase en consideración que regular grado de sal hace los manjeres agradables; pero más cantidad de ella agrada a poquísimos y mata el apetito de los más. Evitemos tres defectos en la conversación: el empeño de interrumpir a los demás; la impaciencia al ser interrumpidos por otros, y la pretensión de. que otros no se distraigan en tanto que nos fastidia el oírles.
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