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- 441 - sación social con personas de otra condición, sería aburrir a la gente. Discreción y tino es lo que se requiere de nues– tra parte en todas estas manifestaciones de la vida. Evitemos, pues, todo aquello que está fuera de oportunidad o que por ley general de la fantasía despiertan en el ánimo sensaciones ingratas. Estridencias Evitemos también el producir aquellas sensa– ciones materiales que causan disgusto o desagrado a los demás; verbigracia, el estornudar de una ma– nera extraña y estrepitosa (si se puede evitar). Los gritos insólitos, como rechinar de dientes, restregar un hierro con otro, arañar cristales y otros ruidos tan desapacibles como éstos, dejándolos para otra ocasión en que nadie se pueda mor– tificar. Cuidemos -además de que nuestro vestido no produzca exhalaciones repugnantes, pues porque seamos personas religiosas no debemos olvidar el hábito de limpieza, por higiene y por deber social. El vestido religioso debe ser aseado, pero sencillo. Mas el aseo no es sinónimo de elegancia, como la sencillez no lo es del desaliño. Como sería estridente y reprobable ver anillos en manos sacerdotales (no obispos), así lo sería también ver hebillas.en el calzado de un fraile.

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