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- 23 - dad, de una colectividad, obedecen a muchas pe~ queñeces que se unen y acumulan. Cosas que por lo diminutas no se ven, pero que existen, pueden causar inmensos daños. Es preciso mirar bien para ver en nuestra con- . ducta esas pequeñas e inadvertidas desatenciones o palabras molestas que fermentan en mal en ei cora– zón del molestado. No os fieis de vuestra aparente corrección; e.3- tudiaos mejor. Tal vez no veis bien la realidad. ¿ Quién es capaz de apreciar la flora que hay en una moneda de oro? Sin embargo, en esa moneda tan codiciada existe una flora, y flora bien abundante por cierto de plantas microscópicas. Ese tenue mugre que lo recubre, esa suciedad que apenas se nota en la su- . perficie, sabe Dios cuantas especies de plantas con– tiene, todo un jardín botánico... pero de microbios o plantas microbianas qúe acaso uno sólo baste para causarte, por contagio, un antrax, y complicar– se con tu estado diabético y llevarte al sepulcro en tres días. Creeréis acaso que vuestra conducta es in– maculada.. Está bien ... pero mejor mirada, tal vez, está llena de pequeñas inconveniencias, de lo que no os ex– trañaréis si pensais que el·hombre más sano respira sin darse cuenta, a través de miles de microbios, tragándose diariamente no menos de 150.000, por término medio.
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