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- 18 - Ni porque se repitan los sacrilegios aparta del Altar la Divina Eucaristía, ni agota el río de las misericordias en la confesión sacramental. La conducta divina con el hombre debe ser re– gla de nuestro acoplamiento en el trato con los semejantes. ¡Dios mío y qué bueno sois y cuánta bondad nos inspiráis! Capítulo VI. Fequeñas atenciones El mundo entiende por política y trato rncial el arte de vivir con provecho propjo. < 1 l El alma religiosa debe poner más alto los ojos y considerar el asunto de la educación social y re– ligiosa como arte de vivir según Dios dentro de una casa religiosa. Dios no descuida en el mundo el menor detalle de atención; hasta la hormiguita tra– bajadora y las mariposas del jardín reciben las atenciones de Dios. La delicadeza te enseñará muchas iindas cosas en que ocuparte en bien del prójimo. Estudia cómo piensan y vi ven tus vecinos para serles útiles. (1) No definimos ,,el arte de gobernar los pueblos y conducirlos a su mayor felicidad», porque eso estü en los «tratados,,, pero no en la prüctica de los hombres.

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