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- 16 - Capítulo V. De la conducta de Dios con nosotros Nada más atento y delicado que el trato de Dios con las almas. Si no fuese así, mil veces hubiésemos perecido de despecho y amargura. Dios respeta al hombre, dándole la libertad, y le respeta siempre con gran generosidad. Toda la creación ha puesto al servicio de la criatura racional para que se viese cómo respeta en el hombre s;u realeza. Aun después del pecado anda Dios mirando con reverencia al hombre, y castiga al que atenta contra su prójimo. Nos ha colocado junto a su corazón y quiere que se nos ame con el amor que a Él se le tiene. En los mandamientos ha puecto sólo tres refe– rentes al amor, veneración y estima suya; los otros siete son referentes al amor, estima y veneración del hombre. Viéndole perdido a causa del pecado, sacó de sí mismo, con su sangre, el precio de nuestro rescate. No quiso fiar a otro hombre ni a otra criatura, ni siquiera a un ángel, nuestra salvación. Él mismo quiso tolerar y sufrir la cruel cruci– fixión.
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