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-- 14 - El buen religioso se funda siempre en la humil– dad en la mansedu111bre, y se reconoce obligado a servir a su prójimo atendiendo sus inclinaciones y necesidades. Negarse a sí mismo es cOiisagrarse al hermano por amor de Dios. El que se vence, vence... 1\liatad el amor propio en vosotros mismos, pero respetadlo en los demás; es ia mejor fórmula para alcanzar la cultura de la mortificación y para poseer la cultura religiosa. «El egoísmo siempre es odioso,,, dijo Pascal, pero nunca tanto como cuando entra como elemen– to desorganizador y disolvente de una Comunidad. El egoísta vive solo y se complace en su vida solitaria y dice: Yo .solo... yo para nndie, todos los otros para mí. Es la tendencia más directamente opuesta al verdadero amor y al espíritu de bondad. El egoísta tiene por eso un no se qué ele duro, de áspero, de estrecho, de frío, cuyo aliento hiela y cuyo contacto mata. Es el principio que desorganiza y divide, que deshonra, que destruye y mata la felicidad claustral. En cambio la bondad es como un río de miel que endulza toda amargura. Todos necesitamos ser buenos antes que ser graneles y sabios. Hay almas que nacieron buenas y delicadas como la flor nace bella y atractiva. En ellas la bondad es

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