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- 13 - Cuesta poco obrar con dureza; mas lo que cues– ta mucho es tolerar la;, debilidades del prójimo. Es cosa que a cualquiera se le alcanza notar y recriminar faltas ajenas; lo que resulta difícil es co– nocer y castigar las propias. No quieras para otro lo que no quieras para tí. No seas con otros lo que no quieras que sean contigo. No digas a otros lo que te disgustaría que te dijesen a tí. No reprendas en el hermano lo que no tolera– rías que se reprendiese en tí. No trates al prójimo como no te agradaría que te tratasen a tí. Acostúmbrate a invertir el orden de los factores y a formar la oración por pasiva, en las grandes crisis del amor propio. No juzgues al vecino corno no quisieras que te juzgasen a tí. Todos los deberes, como tales deberes, impo– nen mortificación, y es preciso practicarla para vivir en unión de otros. Cada cual tiene un temperamento, genio, edu– cación y puntos de vista distintos. Es preciso negarse mil veces para no chocar o no herir al que vive contigo. ( 1 ) (!) ,El secreto de todo éxito estriba en saber rehusarse uno a sí mismo ciertas cosas... Demostradme que sabeis dominaros y diré que sois un hombre educado.»-(Madame de Oliphant.) «Lo principal es aprender a ·dominarse.»-(Goethe.) (No es que demos sobrada autoridad a los literatos y sabios profa– nos; mayor la tienen los Doctores de la Iglesia, pero es más llamativo el juicio de aquéllos en este caso.)

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