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- 7 - Las personas que viven contigo no renunciaron a las atenciones sociales que les son propias. Es falso decir: Vivimos p~ra el espíritu espid– tualmente, y hemos renunciado al mundo para no atender sus exigencias. Los deberes sociales no son ... el mundo ... Son como los ritos litúrgicos, que, aunque de suyo no sean santos, ayudan a la santidad. La regla monástica no deroga la regla de buena crianza. < 1 l .Así como Dios debe ser adorado en espírtu y verdad, del mismo modo, el prójimo ha de ser trn– tado con espíritu y urbanidad. Las reglas del buen trato son tres principal– me.nte: sinceridad, oportunidad, universaUdad. Debernos ser sinceramente urbanos, oportuna– mente atentos, universalmente (para todos) sociales y delicados. Es necesario este comportamiento: a) por reli– gión; b) por humanidad, y c) por propio interés. Por religión, puesto que \'irtud sin fineza y educación es como flor sin aroma. Por humanidad, porque de otro modo sería un infierno, o poco menos, una comunidad. Por interés propio, porque serás tratado como sepas tratar a los deinás. Es necesario el buen trato social en las casas religiosas, como el aire que respira el pulmón para que no se produzca la intoxjéación. (!) En el libro último daremos de nuevo orientaciones y pruebas de esta afirmación.

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