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-6- El que prescinde de las reglas de delicadeza y atención, no tiene derecho a vivir en sociedad. Ese tal sólo podría presenlar ante ía hi~toria un enorme memorial de agr,¡vios, en el que se podría ir señalando la mitad, por lo menos, de las causas de la decadencia del espíritu religioso y de los disgus– tos de familia. La llave para abrir y cerrar el bienestar ele las casas religiosas está en gran parte en la cultura y buena crianza. Capítulo II. Razones y reglas La regla primera del trato social y religiorn es que mires siempre a Dios en tus hermanos. Trátalos como tratarías a Dios si con Él tuvieras que tratar visiblemente. Considera a todos como merecedores de res– peto, veneración y estima. ·Tanto valdrás cuanto más cuito y agradable te muestres con los demás. Mira las normas de buena educaeión y crianza como otras tantas reglas religiosas que estás obli– gado a guardar. La profesión religiosa no te exonera de la pro– fesión cívica; antes te impone mayor obligación de observarla.

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