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- 129 - Pero hay quien busca el superiorato para vivir más cómodamente. Aunque el Superior sea maestro y d=be dar consejo y doctrina, no olvide que no tiene el mo– nopolio de la inteligencia ni de la ciencia. El Emperador Tiberio dijo en una ocasión una palabra que un literato corrigió. Cierto cortesano, por adulación y servilismo, defendió al Emperador, pero contestó oportunamente el literato: « El Empe– rador puede dar, ciertamente, el derecho civil a los . hombres, pero no a las palabras». Así el Superior es grande y respetable; pero no tiene el poder de dar, con sus opiniones y palabras, razón de ser, a las cosas y sistemas. El cetro de la dominación, no dá eIcetro del saber. No se rebaja el Superior buscando en sus súb– ditos, más inteligentes, el apoyo cie sus resoluciones, y la cooperación en sus empresas. Sin embargo tiene la autoridad un poder de fas– cinación .y de delirio, que embriaga el pensamiento del Superior poco avisado. Entonces cree el Superior que nadie entiende, ni proyecta, ni resuelve mejor que ellos. Conviértese en grave definidor del pensamien– to y no admite discusión ni duda sobre su autori– dad .. siempre respetable, pero nunca menos res– petada que entonces. En una corporación fuerte y bien organizada, · no ocurre nada de esto, que es injusto a los ojos de la razón y de la educación.

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