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- 113 - Una persona cortés se distingue ciertamente por el cuidado que pone en tener a todos los que la rodean, contentos ge ella ... Tengamos ese cuidado esmerado en contentar a Dios y procuremos hacer– nos amar de Él con una cultura interna, de la cual sea como un reflejo la externa. Dios no monopoliza nuestros servicios ni se ofende de nuestras amistades corteses con el p.ró – jimo, ¿pero no se ha de ofender de que seamos cor- teses con todos menos con Él? · Por eso n9 hemos ele reducir a esos actos ritua– lescos, la educación. «El celeste tesoro» de las vir– tudes del alma, forman nuestro primer empeño; y el «arte ele servir a Dios» más perfectamente, es la fór– mula sintética de toda educación religiosa ... Mirad el trozo de marmoi frío de que está he– cho el Moisés ele Miguel Angel... En él hay arte, hay idea estética que sorprende y encanta por la perfección de sus líneas... pero aquel Moisés carece de alma ... no tiene vicia ... Le falta el vitalismo inte- rior y no dá un paso, ni concibe una idea ... Por eso ni se movió cuando su autor le dió la martilla– da en la frente diciendo: «Anda, Moisés» ... ; era obra muerta. Eso podrír:i representar la condición de un reli-" gioso perfectamente pulcro y artístico en sus pala– bras y modales, pero sin perfección interior. .. Pena dá la siguiente ob~ervación: «Hay reli– giosos que sólo son cultos, amables y ceremoniosos externamente... Tanto más cuidan de aparecer cu!-

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