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- 111 - pasiva ni la hay ni la puede haber. < 1 > Se requiere más energía y espíritu para actuarse en las virtudes que llaman pasivas que en las otras. < 2 > No olvidemos tampoco, que en el forido del mar de nuestros deseos navega el· pequeño submariílo dél amor propio' en acecho de todo lo que le sea contrario. Nuestro primer deber es inutilizarlo con un ejer– cicio activo de exploración y de p~rsecución eficaz. En una paladra; nuestra cultura interna reclama la actividad en todas sus manifestaciones y particu– larmente en la persecución de este pequeño ene-· migo que resulta «grande-demoledor de toda virtud.» Cuando se carece de esta cultura interior, peli– gra hasta la hufnildad, y en el abatimiento mismo puede buscarse una vanidad destructora. Cortesía del.alma Esas miles de pequeñas insignificancias, esos matices impalpables que constituyen la cortesía y cultura exterior, apliquémoslos al servicio divino y, sobre todo, al cultivo del corazón. La urbanidad que sólo queda en ceremonial exterior, no es obra perfecta. Como la cortesía, también debe aplicarse al culto de Dios ... < 3 > En (!) Cart. 22 Enero 1899. (2) Los modernistas se unieron a los americanistas y dijeron que las virtudes pasivas, eran buenas en otra épo_ca, pero que ya no responden a las necesidades del tiempo y de los espíritus. (3) No olvidemos el trato finísimo y esmeradísimo a que estamos obligados por nuestra mera profesión de cristianos para con Dios. C. Gay, De la vida, etc. l. pág. 248.
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