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106 - cursos de nuestra reforma moral, encienden el espí– ritu en la práctica de las virtudes, penetran en lo más profundo del ser para renovarnos y hacernos ver nuestras relaciones con Dios y con la eter~idad. Sólo allí conocemos a fondo nuestra miseria .. Allí sólo estamos suficientemente elevados sobre la montaña de la vida ordinaria, para conocer la me– dida de nuestro abismo. De los Retiro? que para nuestra reforma interior hacemos, hemos de sacar un « hombre nuevo» « un hombre mejor», con menos pasiones y más alientos para el bien, con menos ·ostentación de vanidad y orgullo y con más seguridad de perfección in– terior. El laboreo para ser útil debe llegar a todas las capas de la tierra para que todo quede aireado y abonado. El interior es base del exterior. Nadie ignora que generalmente, lo que cura repugna. De ahí la repugnancia a descender tanto al inte– rior en días dedicados a esa labor. No hemos venido a realizar una labor judaizante y ele periféria. Nuestro lema es: Per aspera ad astra ... per an– gusta ad augusta, como se lee sobre el sepulcro ele una dama tudesca en el cementerio ele Alema– nes, no lejos de San Pedro, en Roma. Por eso nunca deben olvidarse estos Retiros de incalculables bienes.

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