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- IX - hículo de la inmoralidad y de la corrupción, y lo qut debía llevar luz a las inteligencias y amor a los corazones, sirva mucins veces para sembrar tinie– blas en el entendimiento y frialdad o indiferencia en la voluntad. V, P., mi querido hermano, ha hecho un gran servicio a la Vida Religiosa. No puede negarse que el iibro lleva gran acopio de noticias útiles en sumo grado para !as familias Religiosas y un caudal in– menso de enseñanzas ¡Jrácticas, que contribuirán en gran manera a la formación perfecta de la per– sona religiosa. La educación cívico-religiosa de las almas a Dios consagradas es una necesidad en la que hasta ahora no se ha parado mientes, o a la que por lo menos 110 se le ha dado la importancia que ella reaimente tiene. Un espíritu observador compren– derá muy pronto que esa educación es necesaria aun para el desarrollo y crecimiento de las mismas virtudes. No debe, pues, mirarse como un accidente de la vida religiosa, del que puede libremente pres– cindirse, sino corno una cosa necesaria, que es pre– ciso esté unida a la verd1dera virtud. Podrá ser que no todos los conceptos de su libro correspondan a todas las mentalidades; porque ningún libro escrito por hombre mortal puede lle– gar a llenar las exigencias de todos los gustos y de todas las inteligencias. Conceptos emitidos en sus libros por los más eminentes maestros del saber humano han sido discutidos y combatidos muchas

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