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- 91 - a conocer muchas personas, haciendo de la amistad un•ídolo. Esto tal vez no nos enseña a conocer las per– sonas que tratamos, pero nos enseña a conocernos... La persona que necesita de muchas amistades para ser feiiz y vivir contenta, prueba es que tiene en sí pocos elementos de felicidad. El que posee verdadero mérito no se dá prisa a publica1lo, ni procura lanzarlo a la calle... Le impor– ta más guardarlo seguro y gozar de él en su retiro. El hombre siempre debe ser lo que parece, pero no parecer siempre lo que es... Bueno es ocultar el sacramento del Rey. No hay más noble pasión que la pasión de ocultar la propia grandeza. Para ser aplaudido no hace falta aplaudirse. Suele o~orgarse a la modestia lo que se niega a la vanidad. « Laudet te alienus et non os tuum,,. ( 1 ) Alábete otra boca y no la tuya propia.· Alabábase cierto joven de haber aprendido en poco tiempo muchas cosas y de haber gastado mil escudos en pagar a sus profesores. Uno que le oía le respondió: « Si encuentras quien te dé cien escu– dos por todo !o que sabes, yo te aconsejo los tomes sin vacilar_;, Buena lección; tan elocuente corno esta otra que recibió el abate Maroiles de boca de Uniere. Jactábase un día el Abate de que sus versos le (!) Prov. 27.

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