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- VIII - la santidad y urbana civilidad no se hermanasen amorosamente. Todo ese peso y valor de juicio llevaría yo con afán a las páginas de ese libro a fin de dar calor, si lo necesitasen, a todos sus capítulos, para que fuesen leídos con amor, interés y con verdadero deseo de aprovechamiento; porque conceptúo su libro de verdadera necesidad, de palpitante actuali– dad y de indiscutible utilidad para las personas y Comunidades religiosas. Ángeles podemos decir que son en cierto modo las almas humanas; y nececesitan recibir, y este es el orden establecido por Dios en el reino de las in– teligencias, necesitan recibir luz, claridad, consejo, de otlas almas, de otros ángeles semejantes a ellas en naturaleza, pero que les aventajan en algunas cualidades que han recibido de Dios; lo cual tam– poco debe ser en el!as motivo de engreimiento; porque si en alguna cosa aventajan a los demás, en otras, por _justa compensación del Repartidor de todos !os bienes, les son muchas veces infe– riores. Uno de los medios más expeditos y seguros para actuar un alma sobre otra alma, es sin duda alguna el libro, el pensamiento escrito, qll_e atra– viesa todas las fronteras, que penetra en todos los hogares, en todos los claustros, que se de_\a oir en todos los ámbitos del mundo. ¡Lástima grande que un medio tan decisivo en la iluminación de las almas, se convierta en ve-