BCCCAP00000000000000000000612

82 POR QUÉ PADECES gua vulgar para que los espo:,,os ajusten I& propia con- ducta a sus divinas enseñanzas? . Porque es el caso, hermano mío, que una de las fa– cultades físicas cuyo ejercicio Dios permite en el hom– bre, por no violentat su libertad, es la de que pueda poner un estorbo eficaz al curso de las leyes que El ha establecido para la propagación del género humano. Sín duda que entiendes muy bien lo que quiero de– cirte. Pero ¡ay de tí si lo hicieras! ¡Ay de tí si, desoyendo la voz de la naturaleza, de la conciencia y de la religión, pusieras un obstáculo a los planes de Dios negándote a las cargas de la pater-. nidadl . Ay de tí si, por procurarte una solución engañosa al problema de la vida, no vacilaras en profanar lo que ya está santificado; porque Dios te envil,rá grandes castigos! Yo no sé cuándo ni dónde, ni cómo; no sé si en ca– ':la, en la. calle o en el campo; no sé si en la juventud o en la Vt::!jez; no sé si en este mundo o en el otro. Nada de esto sé. Pero sé una cosa, y es qu~, si hay pecados gravfsimos que pueden cometerse fatilmente, ninguno de eJtos puede cometerse impunemente. No aguarges para conocer la enormidad de ese cri• men ~ que tiemblen las esferas; porque aunque Jo co~ mitas no temblarán. El hombre es el que hace gran ruido para ejecutar grandes cosas, pero Dios no.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz