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.Poa QUÉ PADECES 81 virtud. Esto no es un juego de pal~bras, ni una .sutileza. Es una verdad demostrada por la f.ilosotía y por la ex• periencia. En la existencia humana,' y más en un conjunto de existencias como las que suelen formar el hogar domés• tico,. brotan las penas natúralmente; cuenta pues con ellas como con una cosa casi inevitable. Pero para soportarlas con resignación y ¡n:ira ate• nuarlas además, invoca en favor de tus hijos, a Dios– nuestro Sefior' que El te atenderá, porque es Padre CO• .mo tú, y sabe por experiencia lo que .es tener un hijo y amarlo y ser amado de él tiernamente. · Y no quiero :terminar este capítulo sin afiadirle, co– mo apéndice, una observación grave, importan.tisima sobre toda ponderación. ¿Y por qué h.abía de callar? ¿por qué habla de callar, si et mal a que viy a referirme, nacido sin duda en 111s grandes poblaciones, se. va extendiendo como una.pes- • tilencia, hasta invadir las regiones más informadas has· ta ahora por las virtudes del cristianismo? ¿Por qué había de guardar silencio, si la misma Igle– sia Católica ha dado ya la voz de alarm-1, en un docu_. mento solemne que, con su beneplácito corre ya .en len-· . 6

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