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POR QUÉ PADECES ,crueles; pero la inmensa mayoría de ellas, dentro de ,algún tiempo., abandonará sus nidos y se elevará triun– fante .por el .espacio a enfonar al supremo Hacedor el himno de fa oreación. ¿Pues no valéis tú y tus hijos, a los ojos de Dios, :más que esos pajaril:los? Y si confías en el El ¿no ha de ser vuestra suerte roá¡, venturosa que la suya? Sé providencialista, hermario mío. ¡Cuánto escasea esta virtud en el mundo, aún entre fos cristianos! Yo estoy persuadido de que innumera– bles gracias, no digo precisamente espirituales, sino aún temporales, no se .conceden porque no se piden .confiadamente. Al que no confía que Dios le ayudará, muchas ve– .ces le castiga Dios asi, no ayudándole . . ¿Por qué se sumergió San Pedro en el mar cuando caminaba por su superficie al encuentro de Jesús? Pues se sumergió porque creyó que se iba a sumergir. En cuanto vaciló su espítitu, vaciló _la base líquida que sostenía su cuerpo; y Dios, que estaba premiando su confjanza con un milagro, lo suspendió, cuando vió que la confianza no era absoluta. No aseguraré yo que desde ahora, si eres buen cris– tiano y oras y esperas, no padecerás tribulaciones, por– que entonces, por querer probar demasiado, no probarfa nada; lo que afirmo es que tus tribulaciones serán más pequeñas, porque las empequeñecerás tú mismo con la,

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