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76 POR QUÉ PADECES consecuencia, llegan a considerar casi como una des– gracia la llegada de cada ángel nuevo que Dios les envía. No seas tú así, que eso ofende a nuestro Sefior. Mirada con los ojos de la fe, la aparición de un al• ma nueva en el seno del hogar, más que acontecimien– to natural, es un acontecimie.nto religioso. · Religioso, digo, porque, como ensefia el Papa Pío XI. «los padres cristianos no están destinados úni– camente a la propaga'ción y conservación del gé• nero humano en la fierra,· más aún, ni siquiera a educar cualquiera clase de adoradores de Dios verdadero, sino a injertar nueva descendencia en la Iglesia de Cristo, a procrear ciudadanos de los Santos y domésticos de Dios.» Pero me dirás: «sin dud1 que es verdad todo eso; no obstante, el hecho es que el aumento de la familia aumenta las dificultades de la vida, y esto es lo que me preocupa y me aflige». · Pues aunque esa aflicción sae en cierto modo natu– ral, debes moderarla, luchando contra ella, armado de las enseñanzas de la fe. Santa Teresa dejesús dice (aunque no recuerdo con que palabras, respondo de la idea) que cuando a su Comunidad le sobraban la cosas materiales, se apu– raba ella; en cambio recobraba.ta tranquilidad y sentía mucha ale?ría, cuando le faltaba lo necesario. ¿No parece esto un· absurdo? Pues de esa especie

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