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74 POR QUÉ PADECES .rreno donde pisar o que se.va a hundir el terreno que se va pisando. Son días y hasta años (que parecen si· glos) en que el hombre, colocado en la región del do– lor, no solamente no siente la providencia de Dios so– bre sí, sino que hasta la idea de que no existe pasa co– mo un relámpago por su imaginación. · Pero existe, te ama y se cuida de tí. Esta es la verdad. Cuando un avión, en marcha a través de la atmós– fera, cae como una piedra en uno de los pozos de aire enrarecido que hay en ella, el viajero novel se aterra, creyéndose próximo a la muerte, pero el aviador no pierde la tranquilidad, por que sabe que el aparato lle– gará enseguida a capas de aire rrtás denso y allí se de– tendrá, como efectivamente se detiene. No te preocupe, pues, demasiado tu porvenir ma– terial, porque ese porvenir está en las manos del Padre que te h.a criado. Si observas su ley santa, oras y confias en El, no te faltará lo necesario para la subsistencia. Y si algún día te faltare, si Dios hiciera contigo una -excepción en esa ley general de su providencia, sería señal de que te encuentra apto y te juzga digno de pa• sar por la prueba de las grandes almas, de las que .re– serva para otorgarles un premio extraordinario en la eternidad.

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