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72 POR QUE PADEGES Mil veces has contemplado el espectáculo de una madre ·llevando en brazos a su pequeñuelo. ¿Has no– tado jamás en el niño señal de ansiedad ni preocupa– ción? Nunca. Va muy tranquilo mirando a. todas partes con lama– yor naturalidad del mundo, porque el instinto le dice que su madre se cuida de él; o sea, que es el amor el que lo lleva. · Efectivamente, él no tiene que preocuparse de na~ da. Si hay algún peligro que temer y que evitar, su madre es la que palidecerá de temor y lo evitará; si hay espinas en el camino, su madre las pisará y se punzará con ellas. * * * Glorifica a Dios, hermano mío, confiando en si¡ pro– videncia amorosa. Esta confianza, unida con la oración, atrae infaliblemente la protec~ión divina. Imagínate que un hombre desalmado, caminando a través de un bosque, topa allí con un viajero extravia– do y al intentar abalanzarse sobre él para robarle y matarle, el viajero se le anticipa con estas palabras: «Señor, soy un caminante perdido en esta espesura. Guíeme usted y vuélvame al camino. En usted pongo toda mi confianza>. ¿Podrá el facineroso hacerle ya daño, aJg,uno? Es

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