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POR QUÉ PADECES 69 XI Me preocupa el porvenir Es muy natural y nada hay de censurable, hermano fllÍO, en esa preocupación. La atención intelectual del hombre se extiende a lo pasado, a lo presente y también a to futuro, donde se ocultan cosas que casi infaliblemente, se sabe que han de suceder; y como tenemos et derecho y la.obligación de viyir, también tenemos el derecho y la obligación ~e pensar en procurarnos los mediot1 de nuestra subsis– tencia para hoy, para mafiana y para más adelante. No es, pues, un pecado, sino un acto virtuoso el preocuparse de adquirir los medios que conservan la vida, «El misma jesucristo a quien servfan los án• geles, dice San Beda el Venerable, conservaba las li- .\\\~~\\\\~ ~\\Q\B entregaban Jos/;eles, para subve- nir a las necesidades de los suyos, y además para· dar limosna a los otros pobres». FEaltan, pues, a su obligación los de~preocupados– que viven al día, como suele decirse, sm pensar, e~ el, mañana, ni para sí ni para los seres cuya tutela Otos..

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