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POR QUÉ PADECES 65 del cristianismo, es un juguete de los acontecimientos prósperos o adversos. Cuando las cosas les suceden hien, arman una juer– ga estrepitosa, donde.todos hablan, cantan y rien, su– primida u olvidada la ley de las jerarquías (que en la familia de tipo moderno apenas se conoce); pero cuan– do la desgracia llega, (y llega muchas veces) aquel jú– bilo y aquella paz inestables, porque no tienen por ba– se la virtud, se .convierten en tma explosión de impa– ciencias y hasta de furores de unos contra otros, y, a veces, de todos contra la divina Providencia. Solamente las familias profundamente cristianas go– zan (aun en medio de sus tribulaciones) de la paz ver– dadera, porque solamente ellas tienen derecha a dis– frutarla. * * * En todo caso, muy justificada es tu aflicción, her– mano mio, si el demonio de la discordia se ha introdu– cido en tu casa, y como consecuencia, te ves obligado a ver y oir en ella, en lugar de escenas y palabras de amor y de fraternidad, escenas y palabras de escándalo, Dos consejos voy a darte', como remedio a esa tris• te situación. El primero, que pidas con mucha insistencia en tus oracione~ al Dios de la paz (con esa belllsima frase lie Uam,a San Pablo) os otorgue la gracia de hacer su 5

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