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POR QUÉ PADECES 55 verdaderamen.te cristiana, el efecto es infalible y siem– pre el mismo, y es que hace su aparición entonces an– te el espíritu acongojado, atrayéndolo fuertemente, el fiel, el verdadero, el antiguo amador, Dios nuestro Se– ñor, que además de Criador, Rederitor, Padre y amigo, es el verda'dero Esposo de todas las almas, y tiene pa• ra ellas y sabe proporcionarles, junto con las dulzuras del amor divino, el placer puro y casto de los amores humanos. Cree en estas cosas, hermana mía, tú que estás ahora viendo, palpando y paladeando toda la vacuidad y la nada de los amores del mundo·, y graba entumen– te esta verdad, que el corazón humano tiene pro– fundidades que no deben ser jamás poseídas más que por su autor que es el mismo Dios,- y así como la gran masa del agua del océano está siempre tranqui– la, y solamente una pequefla cantidad cercana a la su– perficie está sujeta a tas tempestades, del mismo modo los amores humanos, aunque sean lícitos y verdaderos, nunca deben poseer totalmente el espíritu; el fondo del corazón siempre debe ser para Dios, que es el único que no puede quebrantar jamás las leyes de la amistad. Los que no tienen en cuenta esta verdad o la nie– gan o viven como sino lo fuera, no tardarán en com– prenderla, cuando la vida les traiga ese sentimiento que experimentan infaliblamente todos los que se encuen– tran al fin de ella, el vacío.

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