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POR QUÉ PADECES 53 sol se les ha apagado en elfirmamento en medio del día, y que la tierra se ha quedado solitaria y vacía de habitantes. Pues si tú, hermano mío (mejor dicho, hermana mla, porque en la inmensa mayoría de los casos, es el corazón de la mujer el teatro donde se representa esta tragedia intima y terrible) si tú, hermana mía, te ha– llas herida y estás agonizando con esta especie de do– lor, anima tu espíritu.por medio de la reflexión y no te desesperes, ni menos caigas en el infantilisti.o de creer que ya no hay ningún remedio para tu aflicción, y que tu.pena se ha dé prolongar tanto como tu vida. La existencia humana en este mundo está compues– ta de días blancos y de días grises; y si todos ellos tienen su aurora y su mediodía, también tienen su atar• decer y su ocaso, sin que nada ni nadie lo pueda es– torbar. Y es natural que sea así, porque ¿que sería de no• sotros si Dios no hubiera otorgado al tiempo, junto con la facultad de traernos el dolor, la facultad de llevár– selo también? El tiempo que puede con las montaflas deformándo– las, con los edificios destruyéndolos, y con las repu- ' taciones restaurándolas o gastándolas, también da cuen- ta de los dolores humanos, haciéndolos desaparecer del

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