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52 POR QUÉ PADECES des, rásgalas; no te desates de estas ligaduras; rómpe– las o córtalas. Obrando así, estas ataduras y cordeles nada valen. No debe usarse de condescendencia con un amor tan contrario al amor de Dios.> Pero cuando ese amor no es contrario al amor de Dios, porque es legítimo el fin y los medios son hon– rados; cuando ese amor ha salido santificado del templo o va camino de él, ya no es reprensible ni reprochable, porque en último término Dios es su autor, y todo lo que Dios hace está bien hecho. No obstante, como ese a:nor está expuesto a todas las contingencias de la vida, sucede muchas _veces que lo que se creía inconmovible, se mueve, y el lazo del cariño que se consideraba fuerte, se rompe a la hora menos pensada, produciendo en el alma que hace el pa– pel de víctima una verdadera desgarradura·. Desgarradura digo, porque es mucho Ínás profun– do este amor que el de amistad, y cala más hondo en las entrañas de la naturaleza humana. La inteligencia, la voluntad, la sensibilidad y la fan– tasía, todos esos elementos, en fin, que entran en eso que llamamos, corazón, todo queda afectado y hetido de un solo golpe. Varias veces me ha tocado el oír la relación de sus penas a este linaje de atribulados, y siempre he visto en ellos tales manifestaciones de dolor y tales acentos de angustia, que verdaderamente parece que para ellos todo ha terminado ya en este mundo. Diríase que el

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