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POR QUÉ PADECES 43 Lo que a ellos les fascina (sin que se den cuerita) no es la virtud heroica de esos Santos, sino la gloria humana que les resulta de haber callado, apesar de la persecución. Todos aceptaríamos el ser gravemente calumniados con tal que al poco tiempo se descubriera el error, y nos quedasen después muchos años de vida para que pudiesen las gentes señalarnos con el dedo y decir: «He ahí un hombre grande que vió, sin defenderse ni inmutarse, el eclipse de su honor. Pero la verdad le ha vengado. Ya se ha descubierto lo falso de la acusa._ dón .. » Esto es altamente honorífico y fácil de desear; pero soportar resignadam1::nte y en silencio una ncusación grave e injusta, sin esperanza de rehabilitación, ya es bastante más difícil. Si te encuentras en ese caso, hermano mío, créeme que no hay razones humanas para consolarte. No hay sino dejarte asar a fuego lento en ese horno encendido donde por permisión de Dios, te han puesto el error o la malicia de los hombres, y fortalecer tu corazón con el recuerdo de los Saritos que han sido calumniados antes que tú, y que ahora gozan en el cie– lo de una gran reputación, que nadie les podrá arreba– tar; y singularmente con el ejemplo de nuestro Señor Jesuccisto que murió en la Cruz envuelto en los horro– res de la infamia y de la deshonra. Estás viviendo 1 hermano mío, una vidaque, llevada

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