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42 POR QUÉ PADECES Pero tal vez sea algo más grave lo que me quieres -decir con esta frase: ¡ Me han calumniado! Tal vez la thorrible, la verdadera calumnia es la que ha tomado por · blanco tu corazón y está amargándote la existencia. Y claro está que 'tú no puedes defenderte disipando las nubes que oscurecen tu fama, porque si así fuera, no te lamentarías, pues nadie se queja de un dolor, que puede alejar de sí con solo querer. Te acusan de una falta grave que no has cometido, y tú no tienes medios ni fuerzas para desprenderte de ese pulpo de muchos tentáculos que rodea a tu é!lma y :la tiene agarrotada. ;¡Espantosa situación! ¡Hace falta ser un santo para -conformarse con ella! Suele haber, sin embargo, almas fervorosas quepa– ,rece que la desean; y al leer la vida de esos granqes siervos de Dios que han sido muy calumniadü's, por ,ejemplo, Santa Micaela del Santísimo Sacramento o S. José de Calasanz, quisieranverse en un caso parecido, creyendo que ellos también serían capaces de sufrir la .calumnia en silencio; pero padecen una ilusión. La prueba es que basta echarles en cara la más pe– ,queña falta, para que se defiendan ensegutda, si no la Jrnn cometido.

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