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POR QUÉ PADECES 4f Napoleón decía: « El tiempo y yo contra otros dos». · P~ro más exacto sería el decir: el tiempo y la verdad. contra otros dos».· El tiempo• que calma las tempestades del mar y las– pasiones exaltadas, y trae nuevamente al sol que se, ocultó para que vuelva a iluminar la tierra, tiene tam•· bién la misión providencial de defender a las personas; acusadas falsamente. · Millares de verdades relativas a la conducta de los– hombres, que han estado oscurecidas por algún tiem– po, van saliendo sin cesar a la luz, como las burbujas de aire sumergidas en el agua suben haciá arriba, ga– nando la superficie, y sin que nadie lo pueda impedir. En todo caso, yo me permito aconsejarte, hermano mío, que no ·dejes pasar esas hermosas ocasiones de ejercitar la paciencia y la humildad y de adquirir gran• des méritos. para la otra vida, Deja que hablen, .deja que acusen, deja que corrarr las pah1bras de los hombres, como dejas correr el vien– to. que pasa o las aguas del río; y continúa tu obra de perfección, considerando que, si las faltas que te atri– buyen no son reales, el tiempo lo descubrirá y sin tar– dar mucho; y además otras faltas muy verdaderas co– metes, de las cuales nadie te acusa, porque nadie se entera. ¿No es esto verdad? Pues otrece a Dios ese si– lencio, como una satisfacción por otros p0cados desco-– nocidos al mundo, y muy conocidos de tu conciencia.

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