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'32 POR QUÉ PADECES sión sea ·ventajosa alguna vez, casi ::;iempre es una des– gracia; pues de hecho lo que suele suceder es que los desapr.ensivos extienden su falta de uprensión a co:sas 1para fas ,cuales es conveniente y a veces obligatorio el 1tenerla. ¿Murmuran de tí, hermano mío? Pues reprueba esa ·murmuración como un pecado, pero da ~radas a.Dios .de que eso te sirva de estímulo para entrar dtmtro de tí mismo, y hacer un nuevo examen de tu conducta, que fal vez .es censurable, y tú no lo ves. porque nadie ,es buen juez de sí mismo. ¿Es que se equivocan los murmµradores? Es que después de ex&minarte bien, de nada malo te reprende tu conciencia? Pues en ese caso, sigue la línea recta que te has trazado, y q,ue -nadie sea capaz ni de dete– ·nerte, ni de desviarte, ni de hacerte retroceder. * * * Y ¿qué deberé hacer, me dirás, si se trata de una ges• tión pública, de cuyo acierto ,no estoy seguro, y sobre la -cual oigo a mi alrededor ,juicios contrarios? ¿Que apre– cio me han de merecer, y qué valor he de dar yo en e– -se caso a las opiniones de los demás? Los hombres, te contestaré, se dividen en malos y ·buenas, división que no es vulgar más que en aparien– cia, porque en realidad.es · tvanscendental y durará tan– :to como .dure .ta humanidad caída.

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