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POR QUÉ PADECES V Murmuran de mí 31 La murmuración es un pecado que ofende a Dios y. por.consiguiente, perjudica al hombre. Y no obstante me atrevería a afirmar que conviene que haya mur– muraciones, en el mismo sentido y por una razón algo parecida a aquel/a con la cual dijo San Pablo que con• viene que haqa herejfas. Nos hace mucho bien el que las gentes se ocupen de nosotros, que se fijen en la conducta que observa– mos, que juzguen nuestras acciones y que nos traigan y nos lleven en la atmósfera de la opinión, sin darnos punto de reposo; porque nuestro miedo a la censura es tan grande como nuestra afición a las alabanzas, y sa– bido es que una de nuestras grandes preocupaciones es, la que va encerrada en estas preguntas: ¿qué dicen de mf? ¿qué piensan de mf? ¿cómo se Juzga mi modo de oroceder? Cierto es que hay personas desaprensivas, que des– precian el parecer y las palabras de los demás, y si– guen su camino, sin hacer caso de nadie. Pero el nú– mero de estas personas es muy limitado. Y mejor es que sea así. Porque aur.que la desapren-
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