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28 POR QUÉ PADECES Ese ideal .es etem.J, y cuando el ideal es eterno, la ilusión es inmortal; mejor dicho no es ilusión ya, sino entusiasmo producido en el espíritu por la contempla– ción de la verdad, y por cor.siguiente, tan duradero co– mo ella. Al leer las vidas de los Santos ¿has notado que em– pleen ellos en ninguna época de stt vida, ni siquiera en la extrema vejez, el lenguaje de los hombres desen– cantados? Jamás. Su entusiasmo crece conforme se a– cercan a su fin. San Franciscci de Asís decía a sus religiosos pocos días antes de su muerte: «Hermanos mios, aún no he– mos hecho nada por Dios. ¡Empecemos a trabajar por su gloria! ¡Vamos a empezar!». Y así han sentido, han hablado y han obrado todos los héroes de la santidad. Debes observar además, que esa postergación que te aflige no debe de ser cosa mala, cuando el mismo Dios, al venir a este mundo, se postergó a sí mismo, viviendo oculto e ignorado la mayor parte de su vid¡¡ en un rinconcito de él. Un gran autor de ascética ha escrito: «Tengo por cierto que Pios dota a algunas personas de grandes talentos, con el fin de que se, los sacrifiquen en la obs· curidad». Es bien creíble qüe sea así, porque también encien– de en el firmamento astros que ningún mortal podrá contemplar y crea millones de flores que despiden su aroma en valles apartado_s, que nadie visita.

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