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POR QUÉ PADECES el gusano .en la raiz, que impide su robustez y hasta, paraliza su crecimiento. Hay personas castas, personas desprendidas de las riquezas, personas pacientes y caritativas; pero perso 0 nas insensibles a los elogios no he visto ninguna. Tan deslumbrador es el brillo de la gloria y tanto nos fascina, que bien puede afirmarse que la mayoría de los mortales sucumbe ante esa inclinación y se luce cuanto puede lucirse, y el que no brilla más es porque no puede. La santidad forma excepciones de esta regla gene– ral; pero el número de estas excepciones es. tan redu– cido como et número de los santos. Cuando una persona se siente adornada de bellas cualidades y no se presenta pronto ocasión de exhibir– las, experimenta casi siempre una verdadera comezón de impaciencia, y exclama para sus adentros « Pues se• ñor, se me va a pasar ta vida sin que el mundo sep·a to que valgo yo» 1 Pero como ta vida suele ser bastante larga para eso. lo que su.cede es que la .oportunidad de manifestarse tlega, y entonces se convencen las gentes y se desenga– ña él, de que no valía tanto como se había imaginado. Cierto es que se ven a veces individuos tranquilos, que parecen libres de esa inclinación; pero esa tran– quilidad ni arguye mérito alguno, ni indica siquiera· carácter pacifico; es la paz natural producida transito~

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